Muere el Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y reformador de la Iglesia católica

Foto: AFP
El Papa Francisco, primer pontífice originario del continente americano y figura clave en la transformación de la Iglesia católica del siglo XXI, falleció la mañana de este lunes a los 88 años de edad.
Su muerte representa el cierre de un pontificado profundamente marcado por la apertura, la sencillez, el compromiso social y las reformas a una institución milenaria.
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, Jorge Mario Bergoglio fue el primer Papa no europeo en más de mil años. Proveniente de una familia de clase media —su padre, Mario José Francisco Bergoglio, trabajaba en el ferrocarril, y su madre, Regina María Sívori, era ama de casa—, creció en un entorno profundamente católico que lo acercó desde joven a la vida religiosa.
A los 17 años decidió seguir la vocación sacerdotal y a los 22 ingresó al seminario de Villa Devoto, bajo la guía de los jesuitas, orden a la que se uniría poco después. La Compañía de Jesús marcaría profundamente su visión del mundo: austeridad, humildad, orden y un fuerte compromiso con los pobres fueron principios que lo acompañaron siempre.
Fue ordenado sacerdote en 1969, y desde entonces inició una carrera eclesiástica que lo llevó a convertirse en arzobispo de Buenos Aires en 1998 y en cardenal en 2001, por designación de Juan Pablo II. Durante su ministerio en la capital argentina, se caracterizó por su cercanía con la gente; usaba el transporte público y visitaba villas miseria con frecuencia.
El 13 de marzo de 2013, fue elegido Papa por 115 cardenales reunidos en cónclave. Apenas seis días después, el 19 de marzo, fue investido como líder de la Iglesia ante una multitud en la Plaza de San Pedro. Desde el inicio dejó clara su intención de renovar la institución: pidió que rezaran por él en lugar de aplaudirlo, optó por vivir en la Casa Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, y adoptó un estilo pastoral más cercano y accesible.
En 2013, la revista Time lo nombró “Persona del Año”, destacando su capacidad de conectar con creyentes y no creyentes por igual, y por colocar en el centro del debate temas clave como la desigualdad, el papel de la mujer, la justicia social, el medio ambiente y la necesidad de una Iglesia más inclusiva y transparente.
Durante su pontificado, Francisco impulsó profundas reformas en la curia romana: descentralizó el poder, dio mayor espacio a los laicos y mujeres, reorganizó los ministerios vaticanos en 2022 y priorizó la misión evangelizadora. Fue implacable ante los casos de abuso sexual dentro de la Iglesia, adoptando una política de “tolerancia cero” y expulsando a figuras de alto rango como el cardenal Theodore McCarrick.
Fue un firme defensor del multilateralismo y la paz; denunció el comercio de armas y abogó por una “revolución verde”. Respaldó el Acuerdo de París y promovió una Iglesia con mayor apertura hacia las periferias, tanto geográficas como existenciales. También mostró comprensión hacia las personas divorciadas vueltas a casar, permitiendo que recibieran los sacramentos, y propuso un debate sobre las bendiciones a parejas del mismo sexo.
Aunque se mantuvo firme en su oposición al aborto, considerándolo un “homicidio”, permitió que los sacerdotes otorgaran la absolución sacramental a quienes lo cometieran, subrayando siempre la necesidad de misericordia.
Hasta sus últimos días, mantuvo una voz activa en redes sociales. En uno de sus últimos mensajes, agradeció “el cariño, la oración y la cercanía” de sus fieles, con la misma humildad con la que comenzó su pontificado. Francisco, el Papa del fin del mundo, como él mismo se definió en 2013, deja una huella indeleble en la historia contemporánea de la Iglesia.