La fe y tradición del Domingo de Ramos en Puerto Vallarta

Numerosos feligreses se han concentrado en los diferentes templos y capillas de la ciudad, en cuyos templos artesanos y vendedores ofrecen arreglos con palmas y manzanilla
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Este 13 de abril se conmemoró el Domingo de Ramos, ritual que abre solemnemente la Semana Santa, todos los templos de Puerto Vallarta se vieron concurridos por feligreses llevando sus arreglos de palmas, manzanilla y otras ramas a bendecir.

El presbítero Francisco Javier Santiago Dueñas, párroco del templo de San Miguel Arcángel que se ubica en la populosa delegación municipal de El Pitillal, recordó que dicha celebración evoca la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén como rey, alabado con palmas, para dar paso a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

“Hoy llegamos al domingo de Ramos, es una conmemoración de la entrada triunfal del hijo de Dios a Jerusalén, y allí muy alegremente Jesus es aclamado como rey, va subido en un burrito y la gente le dice Hosana bendito el que viene en el nombre del Señor, hoy lo celebramos de esta manera también aquí en nuestro Pitillal, lo aclamamos como rey que llega a reinar con nosotros”, destacó.

Es una tradición de gran arraigo entre los católicos, en los portales de las iglesias se instalan los vendedores de palmas, que tejen formando algunas figuras sagradas, acompañadas con flores de manzanilla y listones coloridos, que mucho llamaron la atención de los turistas y feligreses.

Es una costumbre que con la palma bendita forman cruces, o en su arreglo artesanal, son colocadas atrás de las puertas o en altares dentro de los hogares o negocios, pero al final del año son recicladas.

“Esas palmas que hoy son bendecidas, se invita posteriormente a la gente a que las done a la iglesia, para cremarlas y utilizarse en el Miércoles de Ceniza, esa es la utilidad”, explicó el sacerdote Javier Santiago.

Durante todo el día la parroquia, al igual que otros templos y capillas, son muy visitadas por gente de todas las edades, para cumplir con este ritual de fe, son constantes los rezos y al final de cada misa levantan y agitaban sus palmas para que los sacerdotes esparzan el agua bendita.

jb

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Miguel González Guerra