Oposición pirómana

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Existe en México un sector político muy conservador que ha empezado a construir a través del discurso del odio una masa social que le permita expresarse en términos prácticos.

Y es que, en la narrativa del escenario político actual, los partidos políticos tradicionales de derecha perdieron legitimidad en su base social.

El llamado a la acción desde la reacción ya no se da desde el discurso político tradicional por lo que tiene que avanzar en la consolidación de un movimiento social en la calle. 

La construcción del enemigo es pieza clave para el accionar del discurso que, en primera instancia, analistas políticos han creído es incoherente e irracional, de hecho, ha sido calificado como un discurso producido desde la locura clínica.

Pero sería erróneo mantener el análisis en ese terreno, y creer además que no tiene efectos de ningún tipo, algo se intenta moldear con esta actitud, y en ello reside un peligro de primer orden para la convivencia política pacífica. 

La actual etapa que se está desarrollando desde la oposición, es la dispersión de una narrativa, en donde prácticamente el peligro es inminente, en donde el miedo es factor esencial de estimulación.

Se presentan valores de una sociedad progresista como antivalores que representan el mal para la fe católica, que sería la representación del bien.

Los valores morales se establecen entonces entre dos grandes terrenos de disputa: el bien y el mal, y esto se hace desde el amparo de un discurso presuntamente basado en la interpretación de la biblia.  

Toda una serie de bulos se ponen en marcha para instalar una sociedad macartista, el método indispensable de este elemento son las redes sociales, específicamente las aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram.

Es así como algunos grupos que antes operaban en las parroquias y los grupos catequistas han abandonado su modus operandi tradicional y han emigrado al uso de las nuevas tecnologías. 

Los grupos conspiranoicos cada día hacen más públicas sus disputas y exigencias, en la medida que existe un marco de acción producido especialmente por Gilberto Lozano para que emerjan como un proyecto sin caretas de confrontación.

La interpretación que da Lozano a los seguidores de FRENA debe ser un llamado de atención para toda la sociedad en su conjunto, y es que, para Lozano, él y sus seguidores se encuentran en una confrontación contra Satanás y ha caracterizado a Palacio Nacional como la fortaleza de Jericó a la cual hay que derrumbar. 

Las casas de campaña en el Zócalo tendrían la tarea de resistir la Guardia Bolivariana representada según Lozano en los elementos del ejército mexicano que ha sido contaminado por el Foro de Sao Paulo.

Incluso, se presenta como parte del grupo que ha logrado imponer el orden con los golpes de estado que se realizaron con Dilma Rousseff y Evo Morales en Brasil y Bolivia respectivamente.

Para Lozano, López Obrador habría cedido en un acto satánico y masónico la Ciudad de México en 2018 en el acto de la entrega del bastón de mando de la representación indígena del país.

Lozano sin ambages se muestra como el líder mesiánico que debe llevar a cabo la ocupación de la presidencia de la república con el apoyo de la fe católica, misma que estaría en peligro si no actúa de forma contundente para derrocar al gobierno de la república. 

Medios de comunicación, se encargaron de amplificar una manifestación que no rebasó los 10 mil asistentes, para demostrar que Andrés Manuel López Obrador debía abandonar la presidencia.

Con una manipulación descarada, a través de redes sociales, se presentaba esa manifestación como un acto de resistencia que había rebasado los 180 mil asistentes, y que notarios públicos habían dado fe de dicho suceso. 

Esta guerra de cifras trata de modificar la percepción de la realidad, y lo más preocupante, se le abre paso desde los grandes medios de comunicación masiva a un discurso que ensaya aquí y ahora ejercicios que vienen en los manuales de golpe de estado.

Es decir, Gilberto Lozano no está solo en la producción del discurso de odio, lo acompañan quienes han decidido amplificar a esta minoría y normalizarla. 

En este contexto se puede entender el llamado del escritor Francisco Martin Moreno en una entrevista por la radio ante otro de los líderes de FRENA Pedro Ferriz de Con, “si viviéramos en la Inquisición, yo quemaría vivos a los morenistas en el Zócalo capitalino”. Este acto debió recibir el repudio generalizado del llamado círculo rojo, más bien lo que tuvo fue un silencio muy profundo. 

La tendencia en México a linchamientos de personas inocentes por parte de masas enardecidas es común. Así se vivió, por ejemplo, en Acatlán, Puebla en 2018 cuando miembros de esa comunidad lincharon vivos a un joven de 21 años estudiante de derecho y su tío un jornalero de 43 años.

La comunidad reaccionó de esa magnitud porque había empezado a circular un mensaje de WhatsApp que hablaba de la presencia de una banda de robachicos que se dedicaba a la venta de sus órganos.

En la confusión alguien acusó a estas dos personas de ser precisamente miembros de la banda del mensaje de WhatsApp.

Este mensaje era una mentira más de las que se propagan por las redes sociales, pero que fue dado por cierto y debido a esto dos inocentes perdieron la vida. 

El método de prender fuego desde movimientos opositores no es nuevo en América Latina, la oposición en Venezuela produjo esta acción contra personas de bajos recursos que consideraban chavista, por el simple hecho de ser pobres eran quemados vivos.

Hoy el objetivo son los morenistas.

La oposición pirómana sigue calentando la plaza, los recursos económicos que utiliza este movimiento aún permanecen en la oscuridad, pero perversamente el discurso de odio es la vía que han elegido para mantener sus prebendas y detener el avance de la lucha contra la corrupción.

Es hora de manifestarse clara y contundentemente contra estos pirómanos antes de que incendien el país.

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