San Telmo, barrio argentino que llora a Quino y consuela a Mafalda

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Las flores comenzaron a rodear hoy a Mafalda, quien, como siempre, permanecía sentada en la banquita colocada en la esquina de Chile y Defensa, el tradicional barrio de Buenos Aires en donde ella es la vecina más ilustre.

Los ramos fueron una forma de acompañarla después de que se confirmara la muerte de su creador, el artista Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino, en una triste jornada que enlutó a la cultura argentina y a los fanáticos de su obra alrededor del mundo.

Hace once años, Quino estuvo en San Telmo para inaugurar esta escultura de Mafalda, la niña rebelde, la preguntona interminable, la filósofa infantil preocupada por la humanidad y la paz mundial. La dejó con su vestido verde, peinada con su inconfundible moño en la cabeza y sentada en esa banca en la que, desde entonces, se forman largas filas de turistas para fotografiarse con ella.

Más tarde se sumaron Susanita y Manolito, dos de los amigos con los que compartió aventuras durante la década en que Quino publicó la tira, desde 1964 hasta 1973. Y ahí se quedaron los tres niños como figuras centrales del Paseo de la Historieta, que el gobierno de la Ciudad instaló alrededor del barrio con personajes de otras populares historietas.

Pero nadie es más célebre que Mafalda. Por eso, cuando se supo que Quino había muerto en Mendoza, a 1.200 kilómetros de Buenos Aires, esta esquina se convirtió en el punto natural de encuentro de sus admiradores.

“Con Mafalda aprendí a leer”, dice Maru, una joven veinteañera que llega en bicicleta y, protegida con cubrebocas, se acerca a dejar un ramo de fresias amarillas en la banca que, al mediodía, ya está rodeada por fotógrafos y camárografos de medios argentinos y extranjeros.

Porque la noticia de la muerte de Quino tiene repercusión internacional. Y cómo no. Si las tiras de Mafalda se han publicado en decenas de países y en más de 30 idiomas. Hasta en chino.

La más querida

La elección de San Telmo para emplazar las esculturas de tan afamados personajes no fue casual. En eledificio, ubicado en la calle Chile 371, una placa recuerda que ahí vivió Mafalda. Era la dirección de la niña en la tira: ahí vivía con sus padres y su hermano menor, y de ese bloque salía para jugar con sus amigos Susanita, Manolito, Miguelito, Felipe y Libertad.

Por eso el barrio y Mafalda son uno mismo. Su rostro aparece por doquier. En paredes, camisetas, tazas, puestos de diarios, pijamas, llaveros, mates.

“Es nuestra vecina más querida”, afirma María, una diseñadora gráfica que se limpia las lágrimas después de dejar su ramo-homenaje en la banca.

Martín, empresario gastronómico, también se detiene para explicar la importancia que Mafalda ha tenido en tantas generaciones de niños, y no solo de Argentina. “Yo era chico y me hacía pensar, me hacía reír aunque había cosas que no entendía, pero sus tiras son para leerlas una y otra vez y nunca pierden vigencia. Lo más importante es que Quino te hizo quererla, la convirtió en un símbolo de libertad”, reflexiona.

“Joaquín querido, vamos a estar un poco más solos desde hoy, espero que tu viaje sea tan maravilloso y tierno, tan humano y amoroso como todos tus mensajes, aunque hoy te estemos llorando, maestro”, reza otra pancarta que dejan al lado de Mafalda a modo de despedida.

Las anécdotas de la influencia de Mafalda y de Quino se suceden en los vecinos que pasan “nomás a saludar”, como dicen, o a darle un pésame silencioso a la niña, mientras las redes sociales se colman de mensajes de condolencias

Hasta la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el canciller Felipé Solá recuerdan a Quino. Celebran su vida, obra y legado, y lamentan su muerte.

“A través de un humor inteligente y cercano, Quino fue uno de los analistas más lúcidos de la sociedad. Absolutamente actual, sus personajes y sus historias traspasan nuestras fronteras y maravillan lectores en todo el mundo. Hoy es un día muy triste. Un abrazo a su familia”, escribió el canciller.

Pero son sus compañeros de oficio los que más conmueven. Rep lamenta la partida de alguien a quien consideraba su segundo padre. Y Liniers deja que su personaje Enriqueta consuele a Mafalda con un abrazo. Seguro que hoy lo necesita.

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