¡Impunid4t!

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Francisco Garduño, amlo

La impunidad en México no solo sigue intacta, sino que se ha convertido en la marca registrada del régimen de la autoproclamada “Cuarta Transformación”.

El partido Morena llegó al poder con la promesa de erradicar la corrupción, pero en los hechos ha perfeccionado los mismos vicios que tanto criticó, protegiendo a sus incondicionales sin importar los crímenes que pesen sobre ellos.

El caso del Director del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, es el ejemplo más indignante y reciente de esta simulación.

Garduño, quien sigue en su cargo con total descaro, fue señalado por su responsabilidad en la muerte de 40 migrantes en el incendio de un centro de detención en Ciudad Juárez en 2023.

En cualquier país serio, un funcionario con semejante responsabilidad habría sido destituido, enjuiciado y condenado.

En México, no solo sigue en su puesto, sino que todo parece indicar que será exonerado.

Claudia Sheinbaum, la presidenta que prometió cambios en su gabinete, anunció su salida, pero hasta ahora Garduño sigue campante, protegido por los mismos mecanismos de impunidad que se suponía iban a desaparecer con Morena en el poder.

Y si de protegidos hablamos, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, es otro caso emblemático.
A pesar de los múltiples señalamientos en su contra, de la manipulación de hechos, de la violencia sin control en su estado y del repudio ciudadano expresado en calles y redes sociales con el grito “¡Fuera Rocha!”, ahí sigue, inamovible.

¿Por qué? Simple: Rocha Moya cuenta con el manto protector de Andrés Manuel López Obrador, su amigo y benefactor desde Macuspana, Tabasco.

El exmandatario, quien no deja de jactarse de su honestidad, prefiere encubrir a los suyos antes que aplicar la justicia.

Otro caso aberrante es el del exgobernador de Morelos y actual diputado federal, Cuauhtémoc Blanco.
La lista de escándalos en su contra es larga: corrupción, nepotismo, vínculos con el crimen organizado, y lo más grave, una denuncia de intento de violación presentada por su propia prima.

Ante semejantes acusaciones, la respuesta del gobierno morenista no fue proceder en su contra, sino destituir al fiscal general del estado de Morelos, quien osó solicitar su desafuero.

Así opera la impunidad en este régimen: si un aliado de Morena es señalado por corrupción o crimen, el aparato estatal se mueve para protegerlo y castigar a quien intente hacer justicia.

La lista de impresentables dentro de Morena es interminable: Adán Augusto López, el exsecretario de Gobernación y exgobernador de Tabasco, ahora premiado con un escaño en el Congreso; Félix Salgado Macedonio, señalado por múltiples acusaciones de abuso sexual, pero a quien se le otorgó todo el poder para imponer a su hija como gobernadora de Guerrero.

Morena prometió un cambio, pero solo ha perfeccionado los peores vicios del viejo régimen.
“No mentir, no robar, no traicionar” se ha convertido en un lema vacío, una burla a la inteligencia de los mexicanos.

“Por el bien de México, primero los pobres” no ha sido más que una farsa, mientras la corrupción, la impunidad y la protección de delincuentes con fuero se mantienen intactas.

La pregunta es: ¿hasta cuándo los ciudadanos seguirán tolerando este nivel de cinismo?

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