El futuro presidente de Ecuador enfrentará la peor crisis en medio siglo

El ganador entre el presidente Daniel Noboa, que aboga por liberalizar la economía, o su rival izquierdista Luisa González enfrentarán múltiples desafíos.
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Pese a la sangrienta guerra del narcotráfico, el desplome de la economía y una aguda crisis energética, los ecuatorianos se muestran optimistas sobre el futuro de su país de cara a las elecciones del domingo.

Los últimos años han sido brutales y caóticos para Ecuador, una pintoresca nación andina de unos 18 millones de habitantes que llegó a ser bastión de estabilidad en una región convulsa.

Los cortes de electricidad provocados por una histórica sequía han sumido al país en la oscuridad. La violencia alimentada por el narcotráfico ha provocado el asesinato de un candidato presidencial, el control de las cárceles por parte de bandas criminales y el asalto de un canal de televisión por hombres armados mientras sus periodistas transmitían en directo.

Pero una encuesta publicada en diciembre por la firma local Comunicaliza mostró que más del 50% de los votantes cree que su país estará mejor este año.

“¿Por qué?”, se preguntan analistas, menos optimistas.

El ganador entre el presidente Daniel Noboa, que aboga por liberalizar la economía, o su rival izquierdista Luisa González enfrentarán múltiples desafíos.

“Ecuador está en un momento muy difícil, creo que en la peor crisis desde que regresamos a la democracia” hace casi medio siglo, asegura Leonardo Laso, analista político.

Dolarizado, con estratégicos puertos en el Pacífico y encajonado entre los dos mayores productores de cocaína del mundo -Colombia y Perú-, Ecuador se ha convertido en un paraíso narco.

“En Ecuador operan las mafias albanesas y balcánicas, la Ndrangheta italiana y las mafias turcas”, afirma Douglas Farah, consultor de seguridad y analista de América Latina.

“Y ahora tienes bandas locales como Los Lobos y los Choneros, que luchan por el territorio, para poder mover el producto a través de Ecuador hacia sus nuevos compradores en Europa y en Asia”, agrega.

Esta transformación ha dejado niveles récord de asesinatos, extorsiones y secuestros, que han sobrepasado las capacidades de la fuerza pública.

Los ecuatorianos “nunca habían sufrido este tipo de violencia”, afirma Farah. “Se están viendo azotados por un fenómeno totalmente nuevo para el que no están preparados en absoluto”.

La respuesta de Noboa ha sido desplegar las Fuerzas Armadas, detener a los líderes de las bandas e interceptar los envíos de cocaína, cuando ha sido posible.

El mandatario ha dado a la población la sensación de que se está haciendo algo, aunque pocos expertos creen que sea una estrategia de éxito a largo plazo.

Alternativas como fortalecer la fuerza pública y los servicios sociales, reformar las prisiones y generar empleos cuestan tiempo y dinero. Ecuador tiene poco de ambos.

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