Primeros 100 días de Claudia a la sombra del caudillo de Macuspana

En sus primeros cien días, Sheinbaum parece haber seguido al pie de la letra la máxima de que "el poder detrás del trono" puede ser más influyente que el propio trono
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Claudia Sheinbaum.

El día de hoy, miércoles 8 de enero de 2025, se cumplen los primeros cien días de la presidencia de Claudia Sheinbaum Pardo.

Su desempeño y su actitud han dejado una profunda interrogante en torno a la verdadera autonomía de su gobierno.

Bajo la constante sombra del expresidente Andrés Manuel López Obrador, su gestión ha sido señalada por críticos y analistas como una mera extensión del modelo político que caracterizó a los últimos seis años, generando tanto desencanto como preocupación en diversos sectores.

Desde su llegada al poder, Sheinbaum ha enfrentado un escenario político marcado por la evidente influencia de López Obrador, quien parece haber tejido un cerco de control en torno a su gobierno.

Este fenómeno se percibe en los nombramientos estratégicos que colocan a personas cercanas al expresidente en posiciones clave.

Andy López Beltrán, hijo de López Obrador, ocupa el cargo de secretario general de Morena, consolidando una posición de poder que alimenta las acusaciones de nepotismo.

Además, los líderes parlamentarios y la dirigencia del partido se mantienen bajo su órbita, limitando cualquier margen de maniobra para la presidenta.

En la Ciudad de México, Clara Brugada, también vista como una figura afín a López Obrador, refuerza la narrativa de un control centralizado.

Por si fuera poco, los tres poderes de la nación parecen alineados con esta continuidad, dejando pocas esperanzas para un cambio real o una ruptura con el pasado reciente.

La presidencia de Sheinbaum también ha adoptado esquemas emblemáticos del anterior gobierno, como las conferencias matutinas, ahora conocidas como “mañaneras del bienestar”

Estas repiten el formato polarizador de comunicación que caracterizó a su predecesor, centrado en descalificar opositores y glorificar los logros gubernamentales, con un impacto limitado en términos de transparencia y gobernanza efectiva.

Entre las acciones más cuestionadas figura la creación de la “Armadora de Autos del Bienestar”, un proyecto que ha sido calificado como una ocurrencia sin sustento técnico ni viabilidad económica clara.

Este tipo de propuestas refuerza la percepción de que el gobierno de Sheinbaum carece de una agenda innovadora y sólida, y que más bien recicla las estrategias del pasado sin evaluar sus consecuencias a largo plazo.

En política internacional, la falta de experiencia y visión estratégica ha sido evidente.

Respuestas tardías y mal articuladas frente a desafíos globales, como el cambio climático y la creciente tensión entre potencias internacionales, han dejado a México en una posición marginal en el escenario diplomático.

Esto ha debilitado la percepción del país como un actor relevante en la región y en el mundo.

Finalmente, el mote de “la calca” o “el títere” que ha ganado Sheinbaum refleja la creciente percepción de que su gobierno es uno “a modo”, dirigido por una “mano que mece la cuna”.

Esta percepción erosiona no solo su legitimidad como presidenta, sino también la confianza de los ciudadanos en un sistema democrático que permita la renovación de ideas y liderazgos.

En sus primeros cien días, Sheinbaum parece haber seguido al pie de la letra la máxima de que “el poder detrás del trono” puede ser más influyente que el propio trono.

En lugar de marcar una ruta de independencia, su administración parece destinada a consolidar el legado de su antecesor, dejando poco espacio para la innovación, el diálogo y el progreso genuino.

La pregunta que persiste es si en los años restantes podrá sacudirse esta tutela o si México continuará atrapado en un ciclo de continuidad desgastante.

EU

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