OLINIA, otra ocurrencia despilfarradora y distractora de MORENA (Video)

0
522
OLINIA, otra ocurrencia despilfarradora de MORENA (Video)

Parece increíble que un gobierno federal como el de México olvide la historia o intente destinar recursos públicos para invertirlos en fracasos como los sucedidos con las empresas paraestatales Diesel Nacional (DINA), Mexicana, de Autobuses (MASA), y Vehículos Automotores Mexicanos (VAM).

El gobierno federal ha anunciado con bombo y platillo la creación de OLINIA, la primera armadora mexicana de mini vehículos eléctricos, en lo que se pretende sea un paso hacia la soberanía tecnológica y la transición energética.

Sin embargo, detrás de los discursos oficiales llenos de promesas de prosperidad compartida y sustentabilidad, surgen serias dudas sobre la viabilidad de este proyecto y los riesgos inherentes de repetir los errores del pasado.

La historia de las armadoras mexicanas está plagada de fracasos estrepitosos que deberían servir como lección. Empresas como DINA, MASA y VAM, impulsadas también por la promesa de fortalecer la industria nacional, terminaron siendo ejemplos de derroche de recursos y mala gestión.

En esos casos, los objetivos iniciales de impulsar el desarrollo tecnológico y generar empleos se diluyeron en un mar de problemas financieros, ineficiencia operativa y, en algunos casos, corrupción. ¿Qué asegura que OLINIA no terminará en el mismo lugar?

Se argumenta que esta nueva iniciativa cuenta con un enfoque renovado, basado en la colaboración entre la academia, el gobierno y el sector privado.

Pero la experiencia muestra que las asociaciones público-privadas en México suelen estar marcadas por intereses opacos y una ejecución deficiente.

Además, aunque la idea de destinar ingresos a la investigación científica es loable, el historial de desfinanciamiento y burocracia en el sector académico genera escepticismo sobre la aplicación real de estos recursos.

El concepto de los mini vehículos eléctricos también plantea interrogantes sobre su aceptación en el mercado.

Aunque se publicita como una solución eficiente, segura y sustentable para la movilidad urbana, la realidad es que los problemas de infraestructura, inseguridad y cultura vial en las ciudades mexicanas podrían convertirse en barreras insalvables.

Además, el poder adquisitivo de millones de mexicanos dista mucho de permitirles acceder a tecnologías que, aunque compactas, probablemente sean costosas.

Por otro lado, la vinculación de este proyecto con la transición energética y la reducción de emisiones de combustibles fósiles resulta también cuestionable.

Si bien es cierto que los vehículos eléctricos son una alternativa más limpia, México carece de una red eléctrica moderna y sustentable que pueda soportar una adopción masiva de este tipo de tecnología sin recurrir al uso de combustibles fósiles en la generación de electricidad.

Finalmente, el lanzamiento de OLINIA refleja más un afán de protagonismo político que un verdadero compromiso con el desarrollo sustentable y tecnológico.

Este tipo de iniciativas, aunque pueden generar entusiasmo en el corto plazo, suelen fracasar por una falta de planeación rigurosa y realista.

El país no necesita otro proyecto que termine como una estadística de fracasos; requiere inversiones serias, sostenibles y basadas en diagnósticos técnicos confiables.

El gobierno debería enfocarse en crear las condiciones para un verdadero desarrollo industrial y tecnológico, fortaleciendo la infraestructura, incentivando la inversión privada y promoviendo la transparencia en la gestión de recursos.

Sin estos elementos, OLINIA corre el riesgo de convertirse en otro capítulo amargo de la historia industrial mexicana.

Autor