Adiós a Rickey Henderson, el mejor primer bate en la historia de la MLB
El béisbol está de luto. Rickey Henderson, considerado el mejor primer bate de todos los tiempos y líder histórico en bases robadas, jonrones como primer bate y carreras anotadas en las Grandes Ligas, falleció a los 65 años.
Su impacto en el diamante no solo transformó el juego, sino que lo convirtió en una figura inmortal del deporte.
Henderson dejó un legado sin igual en la MLB durante su carrera de 25 años. Jugó para nueve equipos, ganó el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1990, fue convocado a 10 Juegos de Estrellas, obtuvo dos títulos de Serie Mundial y acumuló tres Bates de Plata y un Guante de Oro.
Su ingreso al Salón de la Fama en 2009, en su primer año de elegibilidad, confirmó su estatus como una de las mayores leyendas del béisbol. Con marcas históricas como 1,406 bases robadas y 2,295 carreras anotadas, Henderson redefinió la posición de primer bate.
“Rickey Henderson fue el estándar de oro en el robo de bases y como primer bate”, declaró el Comisionado de la MLB, Rob Manfred. “Encarnó velocidad, poder y entretenimiento, dejando una huella indeleble en múltiples generaciones de fanáticos del béisbol”.
Aunque su gloria se construyó principalmente en las Grandes Ligas, Henderson también dejó su huella en México.
Antes de llegar al máximo circuito, jugó en la Liga Mexicana del Pacífico con los Mayos de Navojoa durante la temporada 1978-1979. A sus 19 años, ayudó al equipo a conquistar el campeonato contra los Naranjeros de Hermosillo, destacando como primer bate con 22 robos de base, 22 carreras anotadas y un promedio de .257.
Gracias a ese título, representó a los Mayos en la Serie del Caribe de 1979, donde bateó para .348 y sumó cuatro robos.
Su paso por México marcó un antes y un después en su carrera. Henderson recordó en varias ocasiones cómo en Navojoa perfeccionó su habilidad para conectar bolas curvas, una lección que lo preparó para su debut en las Grandes Ligas ese mismo año.
Con los Atléticos de Oakland, Henderson vivió sus mejores años, consolidándose como el jugador más legendario en la historia de la franquicia.
Su velocidad, paciencia en el plato y poder ofensivo lo convirtieron en un ícono del béisbol mundial.
La pérdida de Henderson deja un vacío profundo, no solo para los fanáticos de los Atléticos y la MLB, sino también para aquellos en México que presenciaron el nacimiento de una leyenda.
Su nombre vivirá en cada base robada y cada carrera anotada, recordándonos que Rickey Henderson no solo jugó béisbol; lo reinventó.