La deuda que nos queda

El gobierno entrante enfrentará una situación muy complicada debido a que le será muy difícil disminuir el gasto, y sin una reforma fiscal
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fernando Castro

El sexenio de Andrés Manuel López Obrador elevó la deuda en México en un monto sin precedente, y es que el gobierno destinó 664 mil 067 millones de pesos al costo financiero de la deuda, entre enero y julio de este año, 4.1% más que en igual lapso de 2023.

Como proporción del PIB representó 2.5%, cifra que se elevó a 3.3% en 2023 y un 3.6% para este año. Dejará el aumento de deuda más alto en la historia en números absolutos, con 6.6 billones de pesos, con lo que heredará al gobierno de Claudia Sheinbaum unas finanzas públicas en “la cuerda floja” frente a las calificadoras.

Esto se debe a que la próxima administración ya no contará con el respaldo de los fondos de estabilización para enfrentar una crisis.
Considero que, para evitar una degradación de la nota soberana, el gobierno está obligado a llevar a cabo una reforma fiscal, ante el casi nulo margen de maniobra para recortar el gasto o endeudarse.

El gobierno entrante enfrentará una situación muy complicada debido a que le será muy difícil disminuir el gasto, y sin una reforma fiscal no le quedaría más opción que elevar aún más el endeudamiento.

Para reducir el gasto en 3 puntos del PIB para 2025 como lo propone Hacienda, sería más que necesario la implementación de una reforma fiscal; si bien el gobierno tiene el capital político para hacerla, pero no ha dado señales de que la vaya a realizar.

Necesariamente el gobierno tendría dos vías: recortar el gasto o elevar la deuda. Pero la disminución del gasto, sumada a la desaceleración de la actividad económica, en la cual se han ajustado a la baja las proyecciones de crecimiento para 2024 y 2025, definitivamente le va a pegar mucho más a la actividad económica.

Foto: Especial

Un aspecto positivo de la deuda es que al parecer el ciclo de recortes en la tasa de interés del Banco de México (Banxico) ya comenzó, y va a continuar en 2025.

La mayor parte de la deuda es en moneda nacional, entonces en la medida en que la tasa de interés se reduzca, habrá menos presiones para pagarla.

A diferencia de lo que ocurría en la década de los 80 del siglo pasado, México ha incrementado fuertemente su relación con el mundo, sobre todo en el ámbito económico.

El año pasado, la suma de exportaciones e importaciones de bienes sumó un billón 191 mil millones de dólares. El PIB de México es del orden de 25 billones de pesos a precios nominales. De modo que, convirtiendo este monto a una paridad de 19 pesos, da un valor de 1.3 billones de dólares.

Es decir, el valor de nuestro comercio exterior equivale al 91 por ciento del PIB. De esa magnitud es nuestra relación comercial con el mundo.
El poder de la presidenta deberá tomar en cuenta que México depende del exterior mucho más que en el pasado, nuestra dependencia mayor es con Estados Unidos. Por eso, la relación con nuestro vecino del norte y lo que ocurra con el TMEC en el futuro próximo serán un fuerte condicionante del gobierno y de la presidenta Sheinbaum.

Pero, hay otro condicionamiento poderoso: la salud de las finanzas públicas. Al presidente López Obrador no le gustan las calificadoras. El problema es que la deuda del sector público alcanza ya más o menos el 50 por ciento del PIB.

Es cierto que han existido épocas en las que proporcionalmente la deuda era mayor. Pero, la cantidad de deuda que hoy tenemos no es baja y una eventual degradación de su calificación puede afectar la estabilidad de las finanzas públicas.

No se diga si en algún momento del futuro se llegara a perder el llamado grado de inversión. Nos veríamos en serios problemas, no como gobierno, sino como país. Pese al poder en manos de la presidenta, no podrá gastar tantos recursos como quizás pensó que podría hacer, ni estará en capacidad de emprender todos los proyectos que quizás deseara salvo que incurra en indisciplina fiscal o que abriera muchos más espacios a la inversión privada.

Considero que la propuesta de Hacienda para 2025 y hasta 2030 debe ser el mantener la deuda estable en 50.2 puntos del PIB, con una fórmula de menor gasto. Pero, se ve difícil debido a que el gasto tiene una inercia propia, con mayores compromisos políticos y demográficos como el gasto en pensiones.

 

 

 

YJ