Tres Temas Fundamentales
Aún antes de que la 4T llegara al poder, el sistema de salud de México ya estaba en crisis. El Instituto Mexicano del Seguro Social, su más emblemática institución, padecía (y padece) serias deficiencias.
Era común decir que para todo tipo de enfermedades los médicos recetaban paracetamol, o que podrían pasar largo tiempo para que nos programaran unos análisis de rutina. Una simple radiografía podía tardar meses.
Médicos sobresaturados y mal pagados, escasez de medicamentos, mala atención, instalaciones deficientes y calidad dispareja, ése era el común denominador en el IMSS.
Mucha gente ha vivido verdaderas historias de horror en alguno de los grandes hospitales públicos de nuestro país. También hubo numerosos, numerosísimos casos, de dispensarios que se construían –o medio construían—en áreas rurales del territorio nacional, y que nunca dieron servicio o funcionaron como se proyectó. Desde siempre, en algunas regiones de México los pobladores tienen que viajar dos horas, entre caminos lodosos, para poder ser atendidos por un médico.
El Sector Salud en nuestro país siempre ha estado enfermo. Y sí, la corrupción tiene mucho que ver con esa realidad.
Cuando llegó la 4T las cosas no mejoraron mucho, eliminar el Seguro Popular, meter con calzador el Insabi y demoler el sistema de abasto de medicamentos; sí, bastante corrupto, pero sin tener funcionando un sistema de abasto alternativo, generó una crisis cuya más brutal y dramática
expresión fue el dejar sin medicina a los niños con cáncer.
La legítima protesta de los papás de estos niños fue otro más de los conflictos sociales que empezaron a reventarle como burbujas, al flamante régimen, por todos lados.
Entonces llegó la pandemia. Minimizada al inicio por el gobierno federal, pero capaz de poner de rodillas al mundo entero, la pandemia disparó en México una crisis de salud de proporciones incalculables.
Los contagios y la mortalidad por Covid crecieron igual o más que en los países más vapuleados; quedó al desnudo la mala nutrición de los mexicanos, el mal estado de salud de gran parte de la población, la proliferación de enfermedades (comorbilidades, les llaman) que se potenciaron con el virus invasor.
La sobrecarga de pacientes con Covid 19 desplazó a miles de enfermos que requerían tratamientos diversos: hemodiálisis, quimioterapias, cirugías… todo se paralizó ante la avalancha del coronavirus. El número de muertes totales en la república se duplicó a partir de marzo y no hay un discurso ni una estrategia claras para enfrentarlo.
México es cuna de grandes médicos, de eminentes especialistas y de brillantes científicos, pero poco podrán hacer estos talentos sin estructura, estrategia ni recursos.
Éste, el de la salud, es uno de los grandes temas que se deberán poner sobre la mesa en la próxima época electoral; desde cualquier ámbito de autoridad: municipal, estatal o federal los aspirantes y partidos deberán explicar claramente a los mexicanos cuáles serán sus propuestas para sacar al país del coma inducido en el que nos tiene esa mezcla de negligencia, ignorancia, saqueo y calamidad.
Hay por lo menos otros dos grandes temas, vitales y fundamentales, en que deberán los aspirantes convencer al electorado: educación (rubro en el que en estos ocho meses hemos retrocedido años) y productividad (PIB de ¡-18.5%!)… Sigamos platicando.
Cuídese mucho.