Todas tenemos derecho

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Foto: Milenio

Entre 2015 y 2019, según datos del Instituto Guttmacher, ocurrieron 121 millones de embarazos no planeados en el mundo. De estos embarazos no planeados, el 61% terminó en un aborto, es decir 73 millones de abortos por año. 

Los embarazos no planeados ocurren absolutamente en todos los países, no importa el nivel socioeconómico, aunque las tasas más altas se dan en los que restringen el acceso al aborto y las más bajas en los países donde es legal. 

Estos mismos estudios señalan que las tasas de aborto son prácticamente las mismas en los países en donde la terminación del embarazo es legal en términos generales y en los que no.

¿Qué quiero decir con esto? La penalización de la interrupción del embarazo no hace que las mujeres dejen de abortar, simplemente lo complica, al grado de saber (todas) que, al hacerlo fuera de la CDMX, siempre habrá una posibilidad de terminar en la tumba o en la cárcel. No se ha logrado entender este tema como un compromiso de salud pública. 

Deberíamos estar más preocupados por garantizar la salud de todas ellas, deberíamos crear políticas públicas que garanticen un hogar para los niños que no lo tienen. Deberíamos detenernos un segundo a pensar en las mujeres que, llenas de hijos, piden dinero en las calles para alimentarlos, o en aquellos que son violados, golpeados y explotados por sus propios padres quienes, les puedo garantizar, no desearon tenerlos.

Deberíamos defender los derechos sexuales y reproductivos. Deberíamos dejar de obligar a las mujeres a ser alguien que no quieren, alguien para lo que muchas no están preparadas o no se encuentran en el momento indicado. 

Ser madre es un privilegio. Yo tengo dos bellísimos hijos y disfruto mucho de su existencia, ¿saben por qué? porque lo decidí. Porque quise que llegaran a mi vida. Ser madre, o no serlo, es una decisión de vida. Pero la decisión es mía, de nadie más.

Y es obligación del Estado garantizar mi salud y la de todas las mujeres, aunque no estén de acuerdo en las diversas formas de pensar.

Si hay quienes no están a favor de la despenalización del aborto antes de las 12 semanas de gestación, pues no aborten; sólo se pide que respeten a quienes no piensan igual y que reconozcan que no pueden decidir sobre la vida de millones de mujeres.

Es el principio de una sociedad democrática y plural: vulnerar la libertad de las mujeres es vulnerar estos fundamentos básicos. 

Para ser claros, garantizar el derecho a la interrupción del embarazo no va a provocar que más mujeres aborten. Sólo se les dará la oportunidad de seguir vivas, libres y respetadas.

 

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