¿Que los cárteles se hagan cargo de su propio desastre?

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En Tercera Persona

Con un lenguaje brutal y gritos de júbilo, el crimen organizado presentó su más reciente boletín de prensa: una serie de videos que muestran los cadáveres deshechos por la metralla de alrededor de 17 personas, presuntos integrantes de La Familia Michoacana, muertos luego de un enfrentamiento en la zona alta de la sierra de San Miguel Totolapan, Guerrero: un lugar conocido como Piedra Concha.

Los protagonistas de las imágenes espeluznantes desnudan los cadáveres, los arrastran entre las piedras y la maleza, los patean, los apilan, les prenden fuego.

Más tarde los ametrallan —mientras se escuchan vivas a dos de sus líderes: “El 21” y “El 80”.

“El 80” ha sido identificado como León Barragán Tolentino, oriundo precisamente de San Miguel Totolapan (nació en la comunidad de Linda Vista) y segundo hombre fuerte del grupo criminal Los Tlacos, conocido también como Cártel de la Sierra.

Barragán, detenido en junio pasado por la Marina mientras iba a atenderse de un padecimiento en una clínica de la Costera, en Acapulco, era el jefe de sicarios encargado de combatir a La Bandera, un remanente de los Guerreros Unidos, y de cobrar las extorsiones a las mineras que operan en el municipio de Eduardo Neri.

Se le acusa de estar al frente del grupo que en agosto de 2021 descuartizó frente a su propio hijo al campesino ecologista de Las Conchitas, Carlos Márquez Oyorzábal, quien se oponía a la explotación de madera en San Miguel Totolapan: “Lo torturaron hasta que murió y procedieron a destazarlo hasta dejarlo en pedazos”, declaró un integrante del Observatorio para la Paz.

San Miguel Totolapan estuvo bajo el dominio de La Familia Michoacana hasta que José Alfredo Hurtado Olascoaga, “El Fresa”, uno de los dos líderes de este grupo (el otro es su hermano Johnny, apodado “El Pez”) ordenó en octubre de 2022 el asesinato de 20 personas, incluido el presidente municipal. “El Fresa” vivía con absoluta impunidad en el poblado, según declaró él mismo en un video, e incluso andaba por las calles sin escoltas.

La masacre de San Miguel Totolapan lo obligó a moverse. Según fuentes de seguridad, desde entonces los hermanos Hurtado andan a salto de mata a lo largo de la Tierra Caliente.

Desde entonces cobró fuerza la disputa en esa parte de la sierra.

Los videos dados a conocer ayer forman parte de la guerra mediática que Los Tlacos y La Familia Michoacana han emprendido en la región.

El obispo de Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González, reveló la semana pasada que desde fines de diciembre pasado los tres obispos de Guerrero, y el arzobispo de la entidad, intentaron establecer una tregua entre los grupos criminales.

Se reunieron por separado, dijo González. A él le correspondió mediar como contacto con los líderes de la Tierra Caliente y la sierra.

De acuerdo con El País, la conversación entre los jefes criminales se habría llevado a cabo vía telefónica, y habrían tomado parte en esta los hermanos Hurtado y el líder de Los Tlacos, Onésimo Marquina.

Las negociaciones fracasaron, reveló González, porque los jefes criminales no se pusieron de acuerdo en el reparto de territorios debido “a la avaricia, la ambición de tener dinero y poder”.

En la negociación, La Familia Michoacana habría exigido que Los Tlacos abandonaran las regiones de San Miguel Totolapan de las que se han apoderado, y en donde se dio el enfrentamiento el día de ayer.

Se discutió también el reparto de Chilpancingo, Iguala y Taxco.

Al darse a conocer la búsqueda de una tregua entre los grupos criminales por parte de la Iglesia, el presidente López Obrador dijo que la veía muy bien: “Creo que todos debemos contribuir a conseguir la paz”.

Unos días más tarde aparecieron los videos, cargados de brutalidad, y de una falta de humanidad indescriptible, en un estado donde la violencia bajó de la sierra a las ciudades de una forma que nunca se había visto: en un estado donde la violencia sobrepasó ya todos los límites, y en donde la colusión, incluso familiar, entre el crimen organizado y los representantes políticos ha permitido el empoderamiento a la luz del día de los grupos delictivos más sanguinarios.

Son un cubetazo de la realidad negada los videos dados a conocer.

El presidente de México, mientras tanto, espera que la Iglesia y los cárteles se hagan cargo: “Todos debemos contribuir a conseguir la paz”.

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