¿Un asesino serial de perros?

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En Tercera Persona

Trabajadores de limpia encontraron el primer cuerpo en junio del año pasado. Un perro desmembrado en las cercanías de la pista para corredores del Bosque de Nativitas, en Xochimilco.
Era el principio de una pesadilla.
Al correr de los días varios cuerpos más fueron apareciendo. Mataban a los perros de la misma manera. Les rompían las patas, les arrancaban la piel, les sacaban el corazón. Les cortaban las costillas.
El sexto perro había sido bautizado por los vecinos de Xochimilco como “Cocoa”. Llevaban años alimentándolo, al igual que a los otros perros ferales que habitan el bosque. Dicen que era un perro que había sido tan lastimado por los humanos, que se hallaba tan roto, que siempre evitaba acercarse a la gente.
Los vecinos le dejaban un plato de comida y se retiraban para que “Cocoa” pudiera alimentarse, relata Nitzia Rosas, vecina de la alcaldía.
No se sabe qué pasó.
El día en que lo encontraron tenía el rostro tan destrozado por la golpiza que le propinaron que costó trabajo asegurarse que se trataba de él.
“Debió costarles mucho acorralarlo, matarlo. ‘Cocoa’ debió sufrir una barbaridad”, recuerda Rosas.
Para el mes de noviembre habían aparecido en el bosque 19 animales desmembrados, desollados, con los huesos rotos y sin órganos.
Los vecinos llevaban meses denunciando los hechos, y exigiendo cámaras y luminarias. El bosque es descrito como una boca de lobo: pocos corredores se atreven a recorrerlo antes de las 6 de la mañana o después de la caída de la noche.
El director de Medio Ambiente de la alcaldía, Guerrero de la Cruz, declaró que se trataba de un caso de santería: “Nosotros determinamos que es un tema de santería, puesto que extraen órganos”, aseguró. Sin embargo, santeros entrevistados en distintos medios negaron que las condiciones en las que los perros aparecen estén relacionadas con sus actividades.
Tras lo sucedido con “Cocoa”, y al ver que terminaban en nada las denuncias levantadas en la alcaldía gobernada por el morenista José Carlos Acosta, los vecinos decidieron visibilizar el horror, alzar la voz. “Que esto no vuelva a ocurrir jamás”.
En el bosque se ha formado una comunidad que lleva tiempo cuidando, esterilizando, sanando, desparasitando, alimentando a los pobladores del bosque. Solo por ellos se conoce la pesadilla que está ocurriendo en el bosque de Nativitas. “Quieres llorar cuando aparece un nuevo cuerpo. Te imaginas todo el dolor que pasaron para llegar ahí”, dice Nitzia Rosas.
Los vecinos decidieron ir al Congreso, bloquear Eje Central, repartir volantes en semáforos y plazas públicas, colocar lonas de advertencia en el bosque. Comenzaron a preguntarse si operaba en Nativitas de un asesino serial. El jefe de Gobierno, Martí Batres, consideró que se trataba de “una violencia inadmisible” que “ya se comentó en el Gabinete de Seguridad”. Prometió la investigación de rigor.
Había aparecido otro perro que, además de ser desollado, y de haberle extraído los órganos, le habían arrancado una de las patas.
Ese mes, la Brigada de Vigilancia Animal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana anunció un operativo para ofrecer protección a los perros que deambulan al interior y el exterior del parque. La Secretaría redobló los patrullajes de vigilancia en horarios nocturnos. Se mandó que policías hicieran recorridos pie a tierra en el interior del bosque. Se abrió una carpeta de investigación en la fiscalía capitalina.
Según los vecinos, la policía de investigación abrió una carpeta que se ha quedado en eso: en ser una carpeta. Porque a la fecha van 23 perros asesinados de la misma forma, con una saña irracional.
De acuerdo con los investigadores, podría tratarse de un enfermo con un perfil altamente violento. Pero a ocho meses de distancia, ni siquiera hay un sospechoso y, según los vecinos, las autoridades ni quiera han cumplido con el compromiso de colocar en el parque cámaras y luminarias. Solo una parte de este ha sido alumbrada.
El asesino y los asesinos se han apartado de los caminos principales y ahora dejan los cuerpos en sitios más apartados.
“Se los están dejando en la cara, se les están riendo en la cara, y no son capaces de detener esto”, dice Nitzia Rosas.
De acuerdo con la diputada Ana Villagrán, existen indicios de que los perros son asesinados fuera del bosque “y luego llevan a rastras sus cuerpos”. Según los vendedores de la zona, “mientras más público se hace el tema con más violencia los matan”.
23 perros horriblemente mutilados, cuatro de los cuales fueron hallados de enero a la fecha. Hasta ahora, en la fiscalía, solo hay líneas de investigación porque, como dicen los vecinos, “lamentablemente los perros no votan”.

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