Murciélagos gigantes de Filipinas

0
748

Hace unos días se hizo viral en Twitter la fotografía de un enorme murciélago colgado del techo en el patio de una casa, un hombre está parado a su lado y prácticamente se ven ¡del mismo tamaño!

Se trata en realidad de un zorro volador filipino o murciélago diadema de Filipinas. Su nombre científico es Acerodon jubatus, y, como cabría esperar, es la especie más grande de murciélagos en el mundo.

Y aunque su imagen nos traiga visiones de Drácula, la verdad es que es totalmente inofensivo, pues es 100% vegetariano.
Ni te agobies, solo existen en Filipinas, donde viven en los árboles de las selvas de Maitum, en la provincia de Sarangani, y en Mindanao, así como en algunas de sus islas.

Si estos grandes zorros voladores despertaron tu curiosidad, aquí te compartimos algunos datos interesantes:
Esta rara especie es la más grande en el mundo de entre unos 1,200 tipos de murciélagos. Con las alas desplegadas llegan a medir hasta 1.70 de envergadura, lo cual quiere decir que si acostáramos, por ejemplo, a Napoleón, un murciélago diadema podría cubrirlo completamente con sus alas.

Y, sin embargo, son súper ligeros, pesan apenas un poco más de un kilo, es decir, prácticamente lo mismo que una piña chica. Los machos son más grandes y pesados que las hembras.
En cautiverio viven más o menos 23 años y se calcula que unos 15 años en su hábitat natural.

Hay más de 60 especies diferentes de zorros voladores en Asia, Australia, África y algunas islas del Pacífico, y, de acuerdo con sus fósiles, son ¡muy viejos! pues empezaron a evolucionar hace 35 millones de años.

Un look de impacto

Los megaquirópteros se conocen también como murciélagos de la fruta o zorros voladores porque sus rostros son muy parecidos a los de estos animales.

No tienen cola y tienen un hocico puntiagudo; no son chatos, como los murciélagos más pequeños o microquirópteros.
Sus orejas son pequeñas y triangulares, otro rasgo que los hace aún más parecidos a los zorros.

Tienen grandes y penetrantes ojos y una especie de diadema o corona de pelaje más claro que el del resto del cuerpo —que es negro—, en la cabeza, de ahí su glamoroso nombre.

Sus alas son tan grandes que para dormir prácticamente se envuelven en ellas, dándoles ese aspecto raro y atemorizante que los caracteriza.
Vistas de cerca, parecen hechas de cuero suave o de plástico, pues no tienen pelo. Estos murciélagos tienen además grandes e impresionantes garras para colgarse de los árboles.

Al contrario de especies más pequeñas de murciélagos, no tienen sonar o sistema de ecolocalización porque no comen insectos; ellos buscan su alimento con la vista.

Son veganos

Son frugívoros, es decir que solo comen frutas. Su platillo favorito son los higos, aunque se conforman con otros frutos si no los encuentran. Son animales nocturnos (ya lo imaginábamos) y pueden viajar hasta 40 kilómetros en una sola noche buscando alimento.

Son muy importantes para su ecosistema porque son grandes polinizadores, ya que en sus heces y en el pelo del rostro alojan las semillas de las frutas que comen; al ir volando, las arrojan sobre la tierra, jugando un papel esencial en el medio ambiente en el que habitan.

Algunas veces se comen las frutas que se cultivan para consumo humano, pero solo si los huertos están en zonas tranquilas y solitarias. Los granjeros usan potentes luces para ahuyentarlos pero, lamentablemente, algunos también les disparan.

Nada sociables

Prefieren las zonas lejanas a donde habitan los humanos y a menudo se congregan en grandes colonias, ubicadas en áreas prácticamente inaccesibles. Por este motivo es raro verlos, aunque si se respetan las leyes anticacería y la zona es tranquila, se acercan más a las áreas pobladas.

Ocasionalmente se les puede ver a lo largo de caminos rurales en Filipinas o en los jardines de algunos grandes resorts, si la zona es boscosa y no hay mucha gente.

Pero con sus amigos, sí

Se cuelgan boca abajo en los árboles para dormir en proximidad uno con otro, formando las llamadas colonias.

Las poblaciones cada vez menores de zorros voladores han hecho que éstas sean mucho menos impresionantes de lo que fueron pero, en los años treinta del siglo pasado, los científicos llegaron a ver algunas de hasta 6 kilómetros de extensión, con una población de hasta 30 millones de murciélagos.

Una colonia promedio de murciélagos tiene más o menos unos 150 mil individuos, lo cual, lamentablemente, los hace muy fáciles de cazar.
Sin embargo, ahora las colonias de zorros voladores filipinos son mucho más pequeñas, pues son una especie en peligro de extinción.

La limpieza es primero

A estos zorros voladores les encanta el agua. Procuran estar siempre cerca de ésta, no solo porque en las orillas de los ríos crecen las higueras con sus platillos favoritos, sino porque la recogen con las alas y la vacían sobre su cuerpo en un proceso de limpieza que suele ser bastante prolongado e intenso.

Además, repiten estos baños con mucha frecuencia. Se cree que tanta limpieza puede tener que ver con mitigar su olor y hacerse menos perceptibles a sus depredadores.

Ese asunto de la reproducción

Las colonias en las que viven suelen estar en sitios tan aislados que se sabe muy poco de sus hábitos de reproducción. Sin embargo, otras especies de zorros voladores copulan colgados de las ramas de los árboles. La hembra se sube al macho y se sostiene de sus garras.

El sistema de apareamiento de los zorros voladores en general es polígeno, es decir, un macho copula con varias hembras durante la temporada.
Se cree que los murciélagos diadema tienen dos periodos fértiles por año, pero solo dan a luz una cría. No se sabe cuánto dura cada uno de estos periodos, ni la gestación.

Las hembras dan a luz normalmente entre abril y junio. Los bebés van colgados de sus madres, aún cuando éstas vayan volando, y lactan, más o menos durante un mes. Además, éstas los abanican con las alas para mantenerlos frescos. A los dos años están maduros para tener bebés a su vez.

Están en grave peligro

Los zorros voladores de Filipinas forman parte de la lista roja de la UICN (Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza), que los clasifica como en peligro de extinción.

Sus principales amenazas son la deforestación y la expansión de las granjas, lo cual se complica por su dependencia de las higueras, que solamente crecen en bosques muy viejos.

Además, son perseguidos por los cazadores que los buscan por su piel y carne y, dado que habitan en grupos grandes, cuando los encuentran pueden matar a un buen número de ellos.

Actualmente existen tres sitios protegidos, pero si salen de estos territorios, están a merced de los cazadores.

De acuerdo con la lista roja de la UICN, existen apenas entre 10 mil y 20 mil de ellos y sus números se reducen cada vez más.

Adopta uno

Si estás preocupado por el futuro de estos animalitos, puedes adoptar uno aquí —virtualmente, claro está— en el sitio Bat Conservation International.
Por 30 dólares recibes un juguete de peluche de murciélago, un certificado oficial de adopción y un perfil completo del tipo de murciélago que elegiste.

Por 25 dólares más, puedes convertirte en miembro, lo que incluye una suscripción a la revista Bats, al newsletter mensual, una invitación para ti y tres huéspedes más a Bracken Cave, más el juguete, el certificado y el perfil. Las membrecías se renuevan anualmente.

Autor