El día que un terremoto 8.0 tumbó la corona de la Parroquia de Guadalupe
Transcurría la mañana del 9 de octubre de 1995 en Puerto Vallarta. Niños en la escuela. Turistas en el centro histórico y bañistas disfrutando de las paradisiacas playas. Padres de familia esperaban la hora de la salida para acudir por sus hijos a los planteles educativos. Funcionarios de gobierno y empleados del sector hotelero y restaurantero, realizaban sus labores cotidianas en sus respectivas áreas de trabajo.
Sin embargo, nadie se imaginaba que ese día un terremoto, magnitud 8.0 con epicentro en Colima, causaría una terrible devastación para Colima y Jalisco: más de 58 muertos, un ligero, pero al final tsunami, daños a edificios, viviendas, escuelas y hoteles, así como sicosis colectiva, caos social y ansiedad; sucesos que dejaron marcada a la sociedad de esa región occidente de México.
El terremoto que tumbó la gran corona de la Iglesia de Guadalupe, el ícono de Vallarta
Eran las 9:36 horas cuando se sacudió la tierra, y, en Puerto Vallarta, ocurrió un episodio que dejó una huella imborrable: se cayeron fragmentos de la corona de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, uno de los grandes íconos turísticos de ese balneario internacional, lo que sentó un precedente en la comunidad de que esa región sí es vulnerable a los sismos de gran magnitud.
De acuerdo con el cronista de la ciudad, Juan Manuel Gómez Encarnación, quien relata los hechos de aquel “lunes negro” para Colima y Jalisco, en su libro inédito “Puerto Vallarta ante los elementos”, en diferentes lugares de los estados de Jalisco y Colima, los daños causados por el movimiento, el tsunami que se generó minutos después y la licuación resultante se reportaron a lo largo de 120 kilómetros de costa en la región epicentral.
“Cerca de 17 mil estructuras sufrieron daños considerables, dejando aproximadamente a 45 mil habitantes sin hogar”, narró en el capítulo titulado “El Temblor de 1995”.
A raíz de ello, tuvieron que pasar varios años para que la Parroquia tuviera una corona de nuevo, hecha de fibra de vidrio, y se dice que es una réplica de la corona utilizada por la Emperatriz Carlota en 1860.
De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional, otros terremotos de similares consecuencias ocurrieron el 31 de enero de 1973 y el 3 de junio de 1932 en la región de Jalisco y Colima, de los cuales, se tiene registro de numerosos daños leves a moderados en toda la región del occidente de México.