La cajetearon, ahora arréglenlo 

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Nadie puede negar que la necesidad de mantenimiento en el río Pitillal era apremiante. Luego de la obra de reencauzamiento de fines de los 90’s ningún alcalde hizo nada para cuidar ese afluente.

La naturaleza hizo lo suyo y se apropió del cauce. La flora se adueñó de buena parte del lecho que artificialmente se había dragado para dejar en el pasado las inundaciones que de manera recurrente afectaban la ribera.

La sabiduría natural hizo en 20 años un bosque urbano de una belleza excepcional. Los sauces se reprodujeron y formaron islotes que eran habitados lo mismo por iguanas que por conejos y aves.

Garzas, patos, garrobos, pequeños mamíferos y uno que otro cocodrilo se apropiaron del lugar.

Las manchas verdes se cerraron y desde las alturas el cauce casi no se veía, pero estaba ahí, aprovechando la generosa anchura del canal y la sobrada altura diseñada por los ingenieros comandados por Sergio Eliasib Gonzalez Rodríguez responsable de la obra que reencauzó el Río Pitillal allá por el año del 98. 

A los lados, la espesura de los bordos, convertidos en parque lineal también sirvieron para albergar a vagos y malvivientes que en algunas ocasiones delinquieron para robar, violar y asesinar.

Pero esa proliferación de lumpen fue producto de una deficiente estrategia de seguridad, es decir, de otra ineficiencia oficial

¿Qué culpa tenían los 84 sauces adultos arrasados? ¿Qué culpa tenían las iguanas destripadas por los traxcabos? ¿Qué culpa tenían las aves y reptiles que ahí anidaban y que vieron sus nidos destrozados?

La ineficiencia de los alcaldes anteriores no justifica la falta de planeación con la que se devastó un area que albergaba una gran cantidad de especies animales y vegetales

Me extraña que las autoridades no se den la oportunidad de escuchar y de aceptar la pifia que encierran en su verdad, y que pretendan defender lo que a todas luces fue un craso error.

Sí, el cauce necesitaba atención, pero nadie se amputa un pie por una uña enterrada. 

El Ayuntamiento se ha aferrado a querer convencer a todos que su acción fue correcta, lo que a todas luces es irreal. 

La decisión de trillar sin misericordia todo en el río fue tomada sin medir las consecuencias ambientales

Pero ni el director de servicios públicos ni la de comunicación, se detuvieron a ver la devastación en la imagen del Ayuntamiento, que ha quedado reducido a la baja categoría de ecocida

Ninguno de sus muchos asesores le advirtió que la acción sería rechazada por una sociedad que hoy tiene acceso a la información de forma rápida, precisa y transparente

Esos funcionarios que son muy buenos para planear pero pésimos para concretar se llevaron entre las patas a toda la autoridad local. 

Bien harían en empezar a reconocer que se equivocaron. A estas alturas se agradecería un poco de humildad y un proyecto real de rescate de la vida silvestre que fue fulminada

Es de sabios reconocer los errores, pero hay una consigna suprema de propalar la idea de que se hizo lo adecuado. 

Hay que bajarse del ladrillo. Sí. La cajetearon. Lo hecho, hecho está. Reconózcanlo y arréglenlo.

Autor

  • Hugo Lynn

    Licenciado en Periodismo por la escuela Carlos Septién; tiene estudios en administración pública por la UnADM y estudios de posgrado en gestión política en la George Washington University en Washington D.C. Ha sido reportero y corresponsal de El Universal, W Radio, 8 Columnas, la triple A y Tribuna de la Bahía. Ha sido director editorial de Mercurio, jefe de información de Meridiano, director de Noticias en Digital 90.3, Radiorama, Televisa Radio y CPS Media.

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