“Con amor, alegría y dignidad”

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“Sé que me queda menos por vivir de lo que he vivido. Me siento como un niño al que le regalaron una caja de chocolates. Primero disfruta comiendo sus favoritos, cuando ve que no le quedan muchos, empieza a comer los que restan con un sabor especial.

No tengo tiempo para conferencias interminables sobre partidos políticos: nada cambiará. Y no hay deseo de discutir con los tontos que no actúan de acuerdo a su edad. Y no hay tiempo para luchar contra la toxicidad. No asisto a reuniones donde se inflan los egos y no soporto a los manipuladores, groseros y prepotentes.

Me inquietan las personas envidiosas que intentan manipular a los más capaces para apoderarse de sus posiciones, talentos y logros. Tengo muy poco tiempo para discutir por tonterías: mi alma tiene prisa. Me quedan muy pocos chocolates en la caja.

Estoy interesado en la gente humana. Las personas que se ríen de sus errores son aquellas que tienen éxito, que entienden su vocación y no se esconden de la responsabilidad. Que defiende la dignidad humana y quieren estar del lado de la verdad, la justicia, lo correcto.

Por eso quiero seguir viviendo. Quiero rodearme de personas que sepan tocar el corazón de los demás. Quien, a través de los golpes del destino, supieron levantarse y mantener la suavidad del alma. Sí, me apresuro, me apresuro a vivir con la intensidad que sólo puede dar la madurez.

Me comeré todos los chocolates que me queden, sabrán mejor que los que ya me comí. Mi objetivo es llegar al final en armonía conmigo mismo, mi familia, mis seres queridos y mi conciencia. Pensé que tenía dos vidas, pero resultó ser solo una, pienso vivirla con amor, alegría y dignidad”.

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