Reflexiones cotidianas Los avernos internos, noveno círculo, la traición XIV

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Dante, guiado por Virgilio, su maestro, salen del octavo círculo infernal e ingresan al noveno y último círculo del inframundo (Canto XXXI). Dante describe su llegado: “Volvimos la espalda a aquel miserable valle subiendo por la orilla que le rodea sin hablar una palabra. Allí no había ni noche ni día., de modo que muy poco podía ver delante de mí; pero oí sonar un gran cuerno de modo que era tan fuerte que era capaz de hacer callar cualquier trueno, por lo cual mis ojos. Siguiendo su dirección, se fijaron totalmente en un solo punto. Poco tiempo hacía que tenía la cabeza hacia aquel sitio cuando me pareció ver muchas torres altas, por lo cual dije:

– Maestro, dime, ¿qué tierra es esta?

A ello me contestó:

– Puesto que quieres llegar a ver hasta muy lejos a través de la tiniebla, ocurre que te equivocas en lo que imaginas. Ya verás cuando estés más cerca… Antes de que pasemos más adelante, y para que la realidad no te extrañe, has de saber que lo que allá aparece, no son torres, sino gigantes que están hundidos todos ellos en pozos hasta el ombligo en torno a la orilla. Al primero que vieron fue a Nemrod, gigante bíblico, autor de la torre de Babel. Nemrod o Nimrod fue un monarca legendario de Mesopotamia (similar al rey Ninus de Asiria en la leyenda griega). Es mencionado en el capítulo 10 del libro de Génesis. Varias ruinas antiguas llevan el nombre de Nemrod, y también aparece en la Midrash judía. El Antiguo Testamento lo presenta como un tirano impío que construyó la Torre de Babel.

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