La aplastante impunidad de siempre

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—¿Cómo está el bebé? ¿Cómo están todos?

¡Cielo, sácame de aquí, ayúdame…! —exclamó David Moctezuma Alcántara, antes de perder el conocimiento y morir aplastado por un tráiler nodriza que transportaba 16 camionetas Audi Q5.

Era el viernes 7 de abril. La familia de David regresaba de unas vacaciones en Veracruz. Habían visitado las playas, habían visitado el acuario, habían ido al mercado de artesanías. Se habían tomado fotos, muchas fotos. Iban a ser las últimas.

Ese día tomaron la autopista Amozoc-Perote. En el tramo Libres-Puebla vieron el tráiler de doble remolque que salía de una curva a alta velocidad, invadiendo el carril contrario. Vieron como en cámara lenta cómo el pesado vehículo perdía el control y se volcaba sobre la carpeta de rodamiento.

David intentó hacerse a un lado, hacia la barrera de contención. Pero entendió que el tráiler los iba arrasar.

—¡Agáchense! –gritó.

En el auto viajaban su mujer, sus dos hijos y su nieto de dos años.

Todos se agarraron de donde pudieron. La hija de David protegió al pequeño con su cuerpo. Vino un impacto brutal. El segundo remolque quedó encima del Mazda en el que viajaba la familia.

Melisa, la mujer de David relató más tarde que todos comenzaron a gritar, pidiendo ayuda. Varios conductores se acercaron a ayudar. Usaron gatos mecánicos y llaves de cruz para hacer palanca y abrir un poco una de las puertas traseras del Mazda, la única por la que era posible llevar a cabo el rescate.

El pequeño gritaba llamando a su abuelo. Según Melisa, la operación de rescate tomó más de 30 minutos. Sacaron al bebé, a los dos hijos de David, y por último a su esposa.

David “quedó prensado sin posibilidades de que lo sacaran hasta quitar el tráiler nodriza que estaba arriba”, recordó Melisa.

Si había alguna oportunidad de salvar al conductor, se perdió en los minutos, las horas que siguieron: la familia denuncia que llegó primero la carroza fúnebre, y que luego apareció la Guardia Nacional.

Los hijos y el nieto de David fueron trasladados en una ambulancia.

Melisa narra el horror que vivió. “Me quedé esperando en la carretera a que sacaran a mi esposo ya sin vida. Tardaron en hacerlo entre dos y tres horas. Lo subieron al carro fúnebre y nos llevaron a la estación de la Guardia Nacional”.

“Al cadáver de David lo sacó la gente”, relata la hermana de este, la abogada Perla Moctezuma.

“Cuando llegó la autoridad, ya lo habían tendido sobre la carretera”.

El chofer del tráiler, con placas federales 96-AT-9V, se esfumó. Nadie supo cómo, nadie supo en qué momento exacto.

Era cerca de la una de la tarde cuando ocurrió el accidente.

Relata Perla Moctezuma:

“No pudimos levantar la denuncia sino hasta las nueve de la noche. El cuerpo de mi hermano nos lo entregaron hasta el día siguiente, porque en el Registro Civil de Ciudad de Libres no había nadie que pudiera levantar el acta de defunción. Sencillamente, ese día el personal de guardia abandonó el changarro”.

El acta de defunción 0106001 se levantó, en efecto, el 8 de abril.

El médico legista determinó que la causa de la muerte había sido por “traumatismo craneoencefálico severo, por hecho de tránsito tipo choque”.

La abogada Moctezuma publicó un tuit el 10 de abril:

“Mi hermano David fue aplastado por un tráiler doble remolque que transportaba vehículos marca @AudiMexico. Murió por traumatismo cráneo encefálico; nadie de la empresa se hizo responsable, el chofer huyó. Queremos justicia”.

Durante los días que han transcurrido desde que la familia comenzó a vivir este calvario, ningún representante de la empresa involucrada en el accidente dio la cara. Tampoco, ningún responsable de la empresa de transporte. Nadie informó absolutamente nada sobre la identidad o el paradero del chofer.

Hasta la noche de este lunes solo había un hombre muerto, una familia partida para siempre, un automóvil hecho pedazos, y la aplastante impunidad. La impunidad de siempre.

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