4T: electricidad y vida digna

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Garantizar el desarrollo de la nación pasa necesariamente por reivindicar la soberanía nacional de los recursos naturales estratégicos. La reforma en materia energética que el presidente López Obrador acaba de enviar al Legislativo es, quizás, el centro de su proyecto de país. Si algo habrá de definir a la cuarta transformación es su interpretación sobre el desarrollo nacional, es decir, asegurar que los recursos energéticos sean punta de lanza para la mejora de la vida social: el objetivo es una vida digna y los medios para lograrla la riqueza nacional energética.

El proyecto de despojo que significó la implementación del Consenso de Washington tuvo siempre en la mira la privatización del sector energético. Desde Carlos Salinas de Gortari con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte se intentó trasladar el fondo de acumulación social de PEMEX y CFE a fondo de acumulación privada. Durante la larga noche neoliberal dieron pasos muy importantes para ello.

En la exposición de motivos se da cuenta la forma en cómo torcieron la ley para lograr trasladar a manos de privados lo que debería ir a parar a escuelas, hospitales, carreteras, inversión en el campo, en fin, un sin número de acciones económicas que impactaran en la población que fueron sistemáticamente bloqueadas para dar beneficios a capitales privados en su mayoría transnacionales.

En el cenit del poder neoliberal con Enrique Peña Nieto en la presidencia lograron avanzar en romper el monopolio defensivo del estado bajo el mito de que estábamos entrando en una fase de globalización de la riqueza. Y que para garantizar que la riqueza en México pudiera darse, este debía entregar sus recursos naturales estratégicos a los capitales transnacionales que administrarían de mejor manera la riqueza, lo que llevaría a nuestro país a beneficiarse de las bondades del libre mercado.

Nada de esto sucedió, al contrario, la subordinación centro-periferia se reforzó, y la riqueza nacional que antes servía para paliar los efectos destructivos del mercado se esfumó lo que produjo un incremento en la pobreza. No solamente, tal cual como advierte la reforma energética de la 4T, además se colocó a la nación en un problema inédito, la posibilidad del colapso del sistema eléctrico con consecuencias cada vez más catastróficas para el medio ambiente, al no haber una regulación que permitiera un crecimiento ordenado.

Hay que decirlo fuerte y claro con esta reforma el presidente López Obrador está alertando de una crisis muy profunda en el proceso de reproducción social en México que tiene consecuencias muy delicadas, es por ello por lo que está apuntando a definir este asunto no nada más como un problema de seguridad energética sino más bien como uno de seguridad nacional.

La contrarreforma de 2013 traiciona los principios rectores que guiaron al Estado Nacional desde Lázaro Cárdenas, y que se profundizaron con López Mateos. Hacer frente a la dependencia económica que se le impuso a México al bloquear su desarrollo tecnológico requería de una organización del Estado para garantizar que la explotación de los recursos energéticos le permitieran compensar las pérdidas que su industria de retaguardia producía en los intercambios dentro del mercado mundial.

Colocar como centro una nueva conceptualización que desplace a la idea de que el Estado funciona como una empresa es indispensable. La reforma propone que ya no sean llamadas empresas productivas del Estado sino más bien organismos del Estado, este cambio es sumamente importante porque desde aquí se entiende que el Estado opera un sistema complejo que no nada más tiene que ver con las ganancias o pérdidas de una empresa sino más bien con la capacidad de generación de riqueza nacional que es distribuida a través de una economía solidaria.

Organismos del Estado que no sean atacados bajo presuntas lógicas de mercado, que en el fondo son mecanismos que realizaron para desmantelar tanto a la CFE y que de igual forma opera con PEMEX. No es meno el grado de desestructuración que sufrieron con la creación de nuevas filiales que operaron para garantizar su entorpecimiento apuntando a su balcanización.

Para garantizar la ganancia privada, la contrarreforma energética puso múltiples mecanismos de despojo que acotaban la participación de CFE, esto no solamente se ha quedado como un proceso de debilitamiento del Estado sino se han creado las condiciones para un problema de seguridad nacional, ya que los capitales privados han sobresaturado las líneas de transmisión sin tener en cuenta la capacidad de estas. Lo que sucedió en el sur a juego de un incendio que puso en jaque a un tercio del total del Sistema Eléctrico es la antesala de un problema aún mayor.

Los medios de comunicación han insistido en manipular que este es un problema de operación responsabilidad del director de la CFE su objetivo es encubrir un sistema de despojo que puede dañar seriamente el Sistema Eléctrico Nacional y con ello la economía no sólo nacional sino esencialmente regional y local.

Los efectos depredatorios de esta contrarreforma han logrado que los precios de la energía eléctrica se disparen a los consumidores finales y se establezca un subsidio a las empresas que fueron beneficiadas con contratos leoninos. Se habla de más de 438.3 mil millones de pesos que el Estado ha tenido que ceder a las empresas anualmente, en su mayoría extranjeras, debido a los nuevos mecanismos que le impusieron al Estado, es así como han logrado poner a CFE al servicio de privados.

En el mundo al revés, el propio Estado creó organismos autónomos como la CRE y el CENACE en donde la CFE no puede administrarlos sino más bien los capitales privados lo hacen. Todo ello sin una política integral energética, cosa que no había sucedido en todo el siglo XX, de forma inédita rompieron con un esquema que había garantizado luz a todo el país, y es que hay que recordar que las empresas extranjeras en tiempos de López Mateos se negaban a ir a las comunidades más alejadas por los elevados costos que ello requería. Hoy estos organismos hacen que CFE pague las líneas de transmisión y sus refuerzos sin que ello implique un beneficio nacional sino privado.

Es evidente que el discurso mediático que buscaba manipular a la población se centraba en una falacia: el combate a los monopolios. Falacia debido a que solo combatió el monopolio defensivo del Estado, pero produjo nuevos monopolios ilegales privados. Lo peor del caso fue que estos monopolios privados fueron financiados con los ahorros de los trabajadores a partir de las AFORES y con prestamos realizados por la Banca de Desarrollo, usaron el propio Estado para enriquecerse a manos llenas.

Esta reforma de la cuarta transformación en primer lugar busca parar el despojo, y en ese paso garantizar los recursos energéticos como palanca de desarrollo. La electricidad es un primer paso, de igual forma el litio y los minerales estratégicos, todos estos recursos para establecer una vida digna. Es el momento de cerrar filas.