2 SEMANAS

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De un total de 312.85 semanas del sexenio, el Presidente de la República estuvo 2 de ellas en confinamiento; apenas el 0.63%. Si sólo consideramos las 115.28 semanas que han transcurrido desde el inicio de la gestión, esas dos semanas representan el 1.73% del tiempo que el primer mandatario ha destinado a gobernar nuestro país.

La relatividad del tiempo nos lleva a considerar que esas dos semanas pudieran ser una eternidad para millones de organismos vivos; pero también son prácticamente nada en la historia del universo.

Lo inesperado del anuncio del contagio presidencial sorprendió al gabinete apanicándolo todavía más de lo que ordinariamente muestra.

Acomodados en los maceteros donde han echado raíces en estos 801 días, los secretarios y demás miembros del Gabinete Legal y Ampliado pusieron su cara de espanto y preocupación ante la noticia y se quedaron entumidos en espera de alguna indicación extraordinaria.

El titular del ejecutivo federal había sido alcanzado por el enemigo invisible a pesar de las estampitas milagrosas, de las gotas protectoras y de la fuerza moral con la que un Subsecretario lo había investido.

Por su edad y antecedentes clínicos, las alarmas retumbaron en todos los rincones del Palacio Nacional haciendo eco a lo largo y ancho del país.

Luego del inexplicable e injustificado hermetismo sobre su estado de salud, lo cual generó incertidumbre y todo tipo de especulaciones y conjeturas, Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, recibió la instrucción de sustituir al Presidente para dar continuidad a las “mañaneras” y enviar así un mensaje tranquilizante al pueblo de México.

Desde el primer minuto de la aparición estelar de la Dra. Sánchez Cordero, se percibió el desorden y desastre que impera entre los colaboradores del primer mandatario.

Tan fue así, que a la primer semana de aislamiento AMLO se vio en la imperiosa necesidad de “reaparecer” con un video grabado en los pasillos de Palacio para apaciguar las aguas y acabar con las hipótesis catastrofistas que se habían generado.

Hubo necesidad de otra aparición “filtrada” caminando por los patios hasta que, por fin, el 4 de febrero, un día antes del aniversario de la promulgación de la Constitución, anunció que en una nueva prueba PCR, había resultado “negativo” a COVID-19, lo cual no necesariamente significa que será dado de “alta médica” por Jorge Alcocer, el Secretario de Salud. Al menos al momento de hacer esta columna, dicha alta no se había realizado.

Esta convalecencia de 2 semanas ha develado con toda claridad la ausencia de perfiles idóneos dentro del actual Gabinete para asumir el desafío de gobernar al país de manera emergente o permanente.

Tan inimaginable es que lo hiciera Bartlett, como Rocío Nahle; Sánchez Cordero (como quedó de manifiesto) o Irma Sandoval; Marcelo Ebrard o Luisa Alcalde Luján.

Ni a cual irle. De ese tamaño el vacío y el hueco que seguramente deberá ser llenado después de las elecciones del 6 de junio, independientemente del resultado de las mismas. Seguramente veremos aparecer figuras como las de Lázaro Cárdenas Batel o Juan Ramón de la Fuente, entre otros, para protagonizar la segunda mitad de este peculiar sexenio.

¿Usted también cree que habrá cambios obligados por esta experiencia?

Esa es una duda sustentable.

@mexicanosalgri5